Cuando conocí a Inmaculada, me encontré con una persona transparente, honesta, campechana, y natural.
Tomás era alegre, simpático y noble, la afinidad entre los dos era más que evidente.
Sus ojos reflejaban una gran ilusión por el día de su boda, y yo, al verlos sonreir, me sentía también muy feliz.
Romántica por naturaleza, la flor preferida de Inmaculada era la paniculata o gypsophila, de manera que, la decoración floral de la boda iría encaminada hacia lo campestre.
El Altar de la Iglesia fue decorado con grandes cestos de paniculata rosa y blanca, una combinación perfecta, donde la dulzura, la calidez y la delicadeza se hicieron presentes.
Siendo la Parroquia de la Asunción un tanto oscura por su estilo barroco y con poca luz, decorar con paniculata, ilumina y da armonía.
Todos los bancos de la Iglesia fueron adornados con un ramillete de paniculata rosa y lazo de tela de saco.
Tras la salida de los novios de la Iglesia, nos encontramos a los lados de la puerta, la decoración floral de gypsophila blanca sobre unos cajones de madera antigua.
Sobre la alfombra roja, yacen los restos de la inmensa lluvia de pétalos y arroz que tuvieron los novios al salir.
El coche de los novios fue arreglado con elegantes ramilletes de gypsophila blanca atada con tela de saco y puntilla.
El ramo de novia, debía ser un bouquet de paniculata, en combinación con la decoración de la Iglesia.
Sin añadir ninguna otra flor, fue un gran acierto elegirlo en color rosa, ya que fue el complemento perfecto a la línea sencilla del vestido, aportando un dulce contraste.
Fue un día inmejorable, la emoción y la alegría se sentían alrededor.
Todos los vecinos de Tomelloso acudieron a la puerta de la Iglesia para felicitar a esta joven pareja por su enlace.
¡Nos encantó poder estar a vuestro lado!
Os deseamos que esta nueva andadura este llena de ilusión, felicidad y armonía.
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